Bernardina, la curandera del alma

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Estar al contacto con la naturaleza puede no ser lo mejor para muchos, o quizá lo máximo para otros cuantos; pero la naturaleza no alberga a cualquiera, sólo a grandes curanderos y a quienes lo necesitan.En lo personal, no me gusta acampar, no admito hacer mis necesidades en un lugar que no sea un inodoro y tengo la manía de tener las manos limpias siempre.

Estar en ATMEX2015, en pleno contacto con la naturaleza, con miles de personas ajenas a mi círculo de siempre y disfrutar/sufrir de la selva chiapaneca fue una de las experiencias que jamás cambiaría, pero Bernardina fue la sal del platillo principal.

Acostumbrada a realizar entrevistas a diestra y siniestra para armar las notas informativas, buscando la esencia de la información, fue como di con Bernardina.

Ahí estaba, sentadita en las sillas del stand de promoción a pueblos indígenas de México, con el fin de potencializar el turismo hasta las regiones más escondidas del bello país. Su vestido me era muy familiar, colorido a mis gustos, pero supe que era de la península sur, Quintana Roo, especificó.

Llegué, le pedí una entrevista y aunque me aclaró que no era a quien realmente buscaba, accedió a darme unos minutos de su tiempo, la entrevista se las muestro a continuación.

En cuanto escuchó «listo! muchas gracias», me tomó del brazo y me susurró parte de mi vida laboral, diciéndome que en esta ocasión no me equivocaría; continuó dándome datos específicos sobre mi desempeño laboral al ver mi cara de incredulidad, hasta que supo donde tocar: el corazón.

Al momento de tocar el tópico sentimental, me rompí en llanto y comencé a asentar con la cabeza; esas palabras fueron como si me hubieran liberado.

Soy una incrédula de muchas cosas, en especial del tema religioso, pero Bernardina supo que puertas tocar para que le diera mi voto de credibilidad.

Sólo puedo compartirles, que nadie se equivoca, ni nos los topamos por mera suerte.

A la persona que quería entrevistar era al compañero de Bernardina, a quien hacía las limpias en el exterior de la casita donde ella realizaba sus curaciones. Me dijo las veces que había estado esperando mi turno y que nunca había llegado,¿Cómo lo sabía si ella estaba dentro haciendo su trabajo?, sigue siendo un misterio.

Lo que les puedo confesar, es que iré a visitar a Bernardina, hasta Quintana Roo.

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