Este sábado 10 de marzo a las 12 del día, tienes una cita en la Sala de Conciertos Mateo Herrera para disfrutar la transmisión en vivo de la ópera Semiramide desde el MET de Nueva York.
No te pierdas esta única transmisión de una de las mayores obras maestras de Rossini, la ópera Semiramide, que se presenta en pocas ocasiones y esta vez, hacía 25 años que no subía a su escenario del MET, con sus sorprendentes exigencias vocales de intrépido bel canto y un espectacular reparto de especialistas belcantistas: Ángela Meade como la mortífera reina de Babilonia y Elizabeth DeShong en el rol masculino de Arsace, quienes sostienen un feroz dueto de coloraturas; el más espectacular tenor de nuestro tiempo, el mexicano Javier Camarena, es el rey Idreno además del bajo Ildar Abdrazakov como el príncipe Assur y el bajo-barítono Ryan Speedo Green, el sumo sacerdote Oroe. Maurizio Benini en el pódium del Met es otra indudable garantía de calidad y gran interpretación.
La Sala de Conciertos Mateo Herrera, se ubica en Calzada de los Héroes #908. Colonia La Martinica, León, Guanajuato. El costo de entrada general es de 220 pesos y 176 para estudiantes, maestros y personas afiliadas al INAPAM.
Una hora antes, habrá una charla introductoria a cargo del Mtro. Jaime Ruíz Lobera, director del Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña.
La historia
Según los conocedores, Semíramis es el nombre griego de una reina asiria que fue muy famosa en su propio tiempo, dando lugar después a muchas leyendas y fantasías, y de quien se dice que dejó monumentos con su efigie en tierras muy lejanas. Parece ser que el nombre original de esta antigua dama fue el de Sammu-ramat; fue madre del rey Adad-nirari III, quien reinó entre los años 810-782 a.C., y esposa del rey Shamshi-adad V, quien a su vez reinó entre los años 824-810 a.C. Las primeras referencias que se tienen de Semíramis aparecen en las obras del historiador griego Herodoto, quien afirma que una de las puertas de Babilonia fue nombrada en su honor.
Más rica y compleja es la historia de Semíramis según la cuenta el historiador Diódoro Sículo. Este caballero nos cuenta que Semíramis nació de una diosa, y que después de haberse casado con un oficial del ejército asirio, cautivó con su belleza y su valor al rey Nino, quien la hizo su esposa. Poco después, Nino (quien también es una figura mítica) murió dejando un hijo, Ninyas, nacido de Semíramis. Fue ella, sin embargo, la que asumió el poder y reinó por muchos años. Durante su reinado, según Diódoro Sículo, Semíramis construyó Babilonia y se dedicó a la conquista de tierras lejanas. Con el paso del tiempo, la reina Semíramis se enteró de que su hijo Ninyas conspiraba contra ella, por lo que decidió abdicar y desaparecer del mapa. Por todo lo que de ella se sabe, es evidente que la figura de Semíramis tal y como es conocida actualmente es una mezcla indefinida de historia y fantasía.
El que Rossini haya elegido a un personaje como Semíramis como protagonista de una de sus óperas refleja una costumbre que estuvo muy en boga en el siglo XIX: la de elegir locaciones exóticas y remotas como escenario de la acción, para añadir un toque de color misterioso y fantástico. En el catálogo de Rossini hay varias óperas en las que se sigue esta costumbre: La italiana en Argel, Moisés, Maometto II, El sitio de Corinto. Es evidente que todo lo que tuviera que ver con el Oriente y con el África llamaba poderosamente la atención de los libretistas y los compositores decimonónicos.
En la actualidad, es bien conocido el hecho de que, si bien las óperas de Rossini no son interpretadas con mucha frecuencia, con excepción de títulos como El barbero de Sevilla y La Cenicienta, muchas de sus oberturas han permanecido en el repertorio de concierto. La razón de esto puede ubicarse en el hecho de que Rossini fue un gran maestro de los efectos orquestales, logrando sabias combinaciones instrumentales y poderosas acumulaciones sonoras que le ganaron el sobrenombre de Il Signor Crescendo.
La ópera Semiramide fue compuesta por Rossini en 1823 para el Teatro La Fenice de Venecia, y estrenada ahí con un éxito tal que los críticos afirmaron que era la mejor obra de Rossini. La tradición cuenta que Rossini compuso Semiramide en sólo 33 días, hazaña que lo colocaría en ese sentido al mismo nivel de habilidad que Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Georg Friedrich Händel (1685-1759). La obertura de Semiramide es probablemente la más compleja y elaborada de todas sus oberturas y, contra su costumbre, el compositor incluyó en ella temas que forman parte integral del desarrollo de la ópera. Es decir, que a diferencia de sus oberturas “de ocasión”, a veces recicladas, la de Semiramide es una obertura de verdad y, por cierto, contiene algunas de las más bellas melodías escritas por Rossini.
El musicólogo Rodolfo Celletti se refirió a Semiramide con estas palabras: Fue la última ópera de la gran tradición barroca; la más bella, la más imaginativa, quizá la más completa. Pero también, irremediablemente, la última.
*Ficha técnica
SEMIRAMIDE
(Semíramis)
Ópera en dos actos
Música: Gioachino Rossini (1792-1868)
Libreto en italiano: Gaetano Rossi, basado en la tragedia Semiramide de Voltaire
Estreno: Teatro La Fenice de Venecia, 3 de febrero de 1823
PRODUCCIÓN DEL MET
Director concertador: Maurizio Benini
Director de escena: John Copley
Escenografía: John Conklin
Vestuario: Michael Stennett
Iluminación: Gil Wechsler
Reparto:
Semiramide: Angela Meade, soprano
Arsace: Elizabeth DeShong, mezzosoprano
Idreno: Javier Camarena, tenor
Assur: Ildar Abdrazakov, bajo
Oroe: Ryan Speedo Green, bajo barítono