San Juan de Dios, un barrio de cultura y tradición en León

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Uno de los barrios más antiguos de León, Guanajuato, es el barrio de San Juan de Dios o Barrio de Abajo como se le conoció.

Su extensión abarcaba desde muy cerca del centro hasta la Plaza de las Vigas, donde terminaba la ciudad e iniciaba la llamada Hacienda de San Nicolás, y cualquier época del año es buena para pasear por sus tranquilas calles, sentarse en sus bancas, escuchar el sonido de la fuente y conocer un poco de la historia de este hermoso lugar.

Uno de los grandes atractivos del barrio es su amplia plaza rodeada de laureles de la india que regalan frescura y sombra a los paseantes, es el lugar donde ir a deleitarse con las deliciosas nieves, las más tradicionales son las de Don Marcos con cerca de 100 años de existencia y se cuenta que en una de sus calles, se inventó la tradicional Guacamaya.

Esta plaza es un sitio de remanso y la explanada fue uno de los cementerios de la ciudad en la época de la colonia. Ahora es sitio de reunión para las familias y uno de los lugares donde cada semana se baila danzón con buen ritmo y mucho corazón.

Ubicado en el barrio del mismo nombre,  su templo quizá no sea el más impresionante ni grande de la ciudad, sin embargo es el único tiene en su fachada una arquitectura estilo churrigueresco. Fue construido por los frailes juaninos a un lado del hospital que entonces se ubicaba fuera de la Villa de León y donde se atendía diligentemente a los enfermos. Cuenta con dos torres, la más pequeña guarda un reloj que muestra impactos de balas recibidos durante la Revolución Mexicana.

San Juan de Dios, vio florecer hacia el siglo XIX la fabricación de rebozos para el uso cotidiano de la población femenina. Sin embargo, su producción paulatinamente fue disminuyendo. Surgió trabajo para las mujeres, quienes, de manera impresionante embellecían el rebozo en las puntas. Su nombre es el de apiñadoras.

Se cuenta que en una de sus calles nació la hoy popular Guacamaya, bolillo con duro de cerdo y salsa de pico de gallo y aguacate. Dice la tradición que diariamente se reunía un grupo de amigos a comer este improvisado platillo y uno de ellos, muy enchilado, no dejaba de hablar, por lo que le dijeron: “Ya cállate, pareces guacamaya” y así surgió el nombre de este antojito.

Nieves de diferentes sabores, guacamayas, churros con chocolate, birria, pan dulce, antojitos mexicanos, es parte de la oferta gastronómica de este pintoresco barrio que espera con los brazos abiertos a propios y extraños todos los días del año.

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