Don Mirlo: de bohemio a deleitar paladares

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A José Carpio pocos los conocen por nombre, si les contamos la historia, podrían decir que es de algún cuevanense de la historia; pero si les nombramos “El Cantador”, por lo menos, sabrán referenciarnos al famoso jardín de Guanajuato Capital, aunque nuestra historia no pare ahí.

A “El Cantador” le conocían por ahí del siglo XVIII, pues era un bohemio del bello Guanajuato Capital; cantaba de puerta en puerta y de fiesta en fiesta, conquistando corazones, hasta que un buen día, tuvo que encargarse del negocio familiar que era una mina, pues su padre, falleció en un accidente de trabajo.

En algunos textos que narran los mitos y leyendas del cuévano, se le encuentra como “el ave de montaña”, por lo que se le ligó de inmediato al pájaro de bello canto: el mirlo.

Así fue como nació Don Mirlo, cerquita del Jardín del Cantador y con la Noria de Don José Carpio en el interior del inmueble, esa que mandó construir para beneficio del barrio de Tepetapa.

Ubicado en el interior del Hotel Índigo, propiedad que cumple con el objetivo de contar la historia del barrio, Don Mirlo es una explosión de buen gusto, es ese Guanajuato Capital que ansiabas disfrutar y que no encontrabas.

La decoración es contemporánea, llena de detalles, sin perder el rumbo de contarte la historia de la ciudad; por ejemplo, hay un carrito minero para darte la bienvenida, las lámparas metálicas con las bombillas antiguas, los cubiertos en tonos cobre y mil detalles más que irás a comprobar.

Pero es momento de pasar a la parte deliciosa: los platillos.

Después de admirar el recinto, tomamos la carta y elegimos los platillos que podrían describir – muy a grandes rasgos- lo que podrías disfrutar.

Comenzamos con unos tacos mineros: uno de barbacoa de res, uno de pork belly al pastor y uno de coliflor rostizada. De los tres, les puedo decir que mi favorito fue el de pork belly, después el de coliflor y el no menos delicioso el de barbacoa.

Les recomiendo ver la carta de bebidas sin alcohol, ya que son un agasajo para maridar los alimentos. El que me ha conquistado fue “Tuna soda”; a mi me tocó con maracuyá y ese toquecito de jengibre que, además de que te hará pedir muchos más, te ayudará a tener una magnifica digestión.

Para irnos por un camino saludable, pedí una ensalada de las flores, el colorido es increíble. La ensalada de las flores fue creada desde la inspiración de los altares de la Virgen de Dolores, la patrona de la ciudad que se le celebra en grande en el icónico “día de las flores”. Los vegetales y frutos son una mezcla perfecta en el platón; lo mejor, es que todo es comestible. El rábano sandía además de lucir, sabe increíble.

Seguimos con una delicia para compartir que fueron ¡Los chicharrones!. Si te los contamos y logramos que te imagines, tan solo un poco de su sabor, te aseguramos a que es nada comparado con lo riquísimo que están.

La triada de chicharrones la conforman atún, pulpo y rib eye sobre una tlayuda hecha en casa. El aguacate y aceite de chiles son el complemento idóneo, nada le resta protagonismo a cada especialidad. Aunque he de contarte que el de pulpo, es el que podría comer una y otra vez.

Llegamos a los platillos principales y elegí un clásico y un “para asombrarme”.

Siempre que me sugieren pollo, hago una cara de conformismo, quizá porque estoy acostumbrada a comer pollo en todas sus variedades; gracias a todos los que me han sugerido pollo y me dicen: “ si no te gusta, te lo cambio” he abierto aún más mis opciones a comer esta ave, por muchos amada y por muchos odiada.

Es la segunda ocasión en la que me como mis palabras, junto con mi cara de conformismo y disfruto por completo el platillo. (La primera, recordarán que fue en DaMónica).

En la carta lo vas a encontrar con un sencillo “Pechuga”, en presentación lo vas a encontrar fotografiable, en paladar lo vas a encontrar excelso.

La “simple pechuga” que viene anunciada con salsa agridulce y puré de camote rústico es una oda a la sencillez, sabor en un bocado y sorpresa en cada mordida.

La salsa agridulce tiene un tinte lejano entre achiote y tamarindo, lo que hace al puré de camote rústico una explosión de sabor de antaño; a ese puré que sí sabe, que tiene una textura exquisita y que al momento de que lleves en un bocado los tres componentes, te hará respirar profundo y expresar qué tanto te gustó. La pechuga estaba perfecta: ni seca ni dura, en su punto.

Primero me rehusaba a comer “Pechuga”, después pedía más puré .

Cuando por fin me animé a preguntar si existían dosis extra de puré de camote, me preguntaron si estaba segura, pues las costillas estaban en camino.

Fueron tres costillas de res Angus generosas, llenas de buena carne y tan suaves, que para despegarles el hueso sólo necesitabas hacer ligeros movimientos. El chilito negro del que venían cubiertas estaba delicioso y quedaba a la perfección con las calabacitas y zanahorias que le acompañaban. La porción del chile negro es la suficiente, ni poca que no te alcance ni mucha que se desperdicie. Otro platillo que te dejará pidiendo más.

Y como no hay un buen final sin un buen postre, elegimos el de la casa ¡Guanajuato!. Los postres llevan los nombres de las ciudades de dónde se adquieren los insumos principales para cada dulce bocado, por ejemplo: el postre “Celaya” lleva cajeta; el postre “Irapuato” lleva fresas. Así que el postre “Guanajuato” lleva charamusca.

La charamusca es una momia hecha de caramelo, siendo un dulce típico de la ciudad, por lo que en el postre podrás notar algunas figuras de este tipo de caramelo en colores oro y plata, que te refieren a los metales que se extraen de las minas de la ciudad.

“Guanajuato” son dos bolas de cheesecake cubierta de jalea de durazno sobre palanqueta hecha en casa. Las fresas son el toque que no podían faltar al igual que un caballito de mezcal de San Felipe, el maridaje de los caminos de Guanajuato.

Don Mirlo es una biblioteca comestible. Las historias, los ingredientes, el inmueble, la decoración y todo el ambiente que forman el lugar, esta lleno de magia y de párrafos que podrás comerte bocado a bocado.

Es de resaltar que es de los lugares del centro con estacionamiento propio, con un gran sazón y con una vista, que engalana el barrio de Tepetapa, en la bella Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

Don Mirlo

Calle Pardo #36 Centro.

A mano izquierda del Jardín del Cantador.

Interior del Hotel Índigo.

Guanajuato, Guanajuato.

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