Comer rico en tiempos de Covid-19

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Platicando con algunos chefs y amigos, comentamos el gran punto de la supervivencia de lugares de comida en tiempo de Covid-19, la difícil tarea de servir a distancia y el papel importantísimo que es comer rico y feliz.

Empecemos por la supervivencia.

Los esfuerzos por parte de los restauranteros, agricultores, sommeliers, emprendedores, baristas, meseros y todo el ejército que hace la industria restaurantera girar está en gravísimos problemas.

No es secreto que a diario cierran definitivamente establecimientos emblemáticos, como el Sir Winston Churchill’s; hasta el 5 de mayo, CANIRAC reportó la situación de 30 mil establecimientos en el país que no volverán a abrir.

Por más que nos quejemos de que no todo le toca al gobierno, una ayudadita en la apertura de nuevos negocios no vendría mal, claro, cuando todo pase.

Recuerdo el caso en especial de “La Mesa Grande” en San Miguel de Allende, un gran lugar, con excelente comida y que sobrevivió a mucho, excepto al retraso de dos meses de pago de impuestos. Abrió de nuevo, pero estuvo cerrado un rato.

¿Dos meses de retraso de impuestos? ¿Es justo? Ahora veremos cómo nos va con la nueva era post Covid-19, quienes sobreviven y a quienes les daremos un amargo adiós.

La difícil tarea de servir a distancia

Uno de los chefs con los que trabajo me dijo: “nadie creamos platillos para que luzcan en un contenedor” y estoy de acuerdo, ni siquiera el sushi luce en un contenedor.

Ningún chef crea platillos pensando en el empaque, en que no llegue todo hecho una masa que no se antoja o mejor aún, que no lleguen 4 contenedores por persona al pedir una comida completa.

Por ejemplo, soy fan de un restaurante griego y siempre pido Kefte, viene con una ensalada que quizá en vivo y sin pasear sea un hit; las croquetas de carne casi siempre llegan aderezadas con la vinagreta de la ensalada. Quizá ya le tomé mejor sabor cuando le puse el tzatziki. Pero aún así, espero ir al restaurante cuando todo pase; me remití a publicarles: “por favor no cierren ¡aguanten un poco más!”.

La comida a domicilio esta llena de retos, otro ejemplo fue un restaurante de carnes en mi ciudad, de los más tradicionales, uno de los socios confesó que el sistema de entrega a domicilio los tenía rebasados pues nunca lo habían hecho. Aún y con muchos clientes fieles al lugar, las ventas representaban un 10% de lo que se percibía con afluencia.

Seamos sinceros, un buen steak no es candidato para el servicio a domicilio, estos señores hicieron hasta lo imposible por lograrlo, aunque el resultado fuera “mediano”.

Las porciones, presentaciones e ingredientes han cambiado, la comida a domicilio es un reto, que muchos no han sabido tomar de la mejor manera.

Comer feliz

Mi último punto es más un reclamo con disfraz de recomendación.

En estos tiempos en que pedir comida a domicilio es un lujo para muchos, lo mejor que nos podría pasar es que se esmeraran en hacer el mejor esfuerzo, sea un lugar pequeño o grande el que venda.

He de confesarles que me he permitido pedir algunos alimentos por Uber Eats; y el “me he permitido” porque en la empresa, como en muchas, se han retrasado con pagos, pero con la camiseta puesta de “Aquí nadie truena” y apoyar a mis amigos restauranteros y demás, decidí elegir algunas opciones para comer en casa.

Creyente de que todo es un círculo de consumo al que pertenezco, el servicio de comida a domicilio se ha convertido en mi “recompensa del día”, es decir, que espero con alegría y emoción al repartidor para probar alguna novedad gastronómica del rumbo.

Simplemente me han puesto triste.

Señores, este es el momento en el que podemos enamorarnos de su comida y hacer que ansiemos ir a conocerlos cuando todo pase, y convertirnos en clientes frecuentes, pero lo arruinan por completo con la mala calidad en los ingredientes.

Incluso, de lugares que ya había pedido, me han decepcionado cambiándolos por ingredientes de menor calidad (si, si se nota).

Por ejemplo, pedí una pizza que lleva arúgula y adivinen qué venía con unos tallos enormes y con la arúgula hecha fideo.

Porciones menores, ingredientes de baja calidad y una presentación que en nada ayuda, sin contar los kilos de basura que estamos generando por esta situación, son cosas que debemos de considerar.

De un pedido por semana que hago, ninguno ha utilizado contenedores ecológicos. Si elijo la opción de “sin cubiertos”, pero sólo algunos la tienen.

Si pedimos comida a domicilio es porque queremos reconfortarnos de un dia lleno de videollamadas que nos dejaron agotados para cocinar, como para ordenar algo y que llegue más triste de lo que me puse al enterarme de los negocios favoritos que cerraron.

Hacer comida para llevar es un reto, hacer comida feliz en tiempos de cuarentena es el doble.

Pónganle emoción a lo que venden, pues esta temporada de encierro, muchos han descubierto sus dotes culinarios y podrían perder comensales y ganar competidores.

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