Conoce la Central de Abasto, un símbolo de la Ciudad de México

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“¡Ahí va el diablo!”, “¡pásele, pásele marchanta!” o “¡bueno, bonito y barato!, ¿qué va a llevar?” son algunos de los pregones diarios que se escuchan en la Central de Abasto de la Ciudad de México.

Esos anuncios cargados de creatividad y picardía, tan característicos de los mercados mexicanos, son como música de fondo que se extiende por las 327 hectáreas del mercado mayorista más grande del mundo y por todo México, porque el folclore de un país lo hace su gente.

Día a día más de 90 mil personas de distintas edades realizan su trabajo a partir de las 2 de la mañana, cuando más de 1,500 tortons, 2 mil trailers y más de 58 mil vehículos llegan cargados con más de 15 mil productos de todos los estados de la República Mexicana y de más de 15 países.

Desde dueños de importadoras, carretilleros -también conocidos como diableros–, hasta administrativos, personal de seguridad, transportistas, productores, bodegueros y vendedores, se reúnen en este espacio para atender a los más de 500 mil visitantes que buscan, tanto productos frescos y a buen precio, como una experiencia de compra que sólo se vive en este mercado.

Si se hiciera una analogía con el cuerpo humano, los trabajadores que integran esta Central de Abasto ocuparían el lugar de las células, esas unidades de vida que se encargan de realizar las necesidades vitales de un organismo porque, a diario esos miles de trabajadores comienzan sus largas jornadas laborales para poder mantener el buen funcionamiento del centro logístico de abastecimiento más importante del país.

El papel en conjunto de la Central de Abasto es el de un órgano vital; con tan sólo un día sin labores los productores y la población entera de la nación se verían afectados, pues este mercado tiene la capacidad de alimentar a más del 85 por ciento de los habitantes del valle de México.

Al respecto, Sergio Palacios Trejo, administrador general FICEDA, lanza la pregunta: “¿ya comiste el día de hoy? porque esto tiene que ver mucho con la Central de Abasto. Hayas comido en tu casa, en un restaurante o en un hospital, los alimentos que ingieres provienen directamente de nuestras bodegas”.  Este mercado se encuentra lleno de colores, aromas, texturas y, sobre todo, de cultura, pues con el simple hecho de recorrerlo, puedes conocer los rincones del país“.

La Central de Abasto es el puente de enlace entre diferentes estados de la República. Permite que los productos del norte vengan aquí y salgan al sur; así una ama de casa de Nuevo León puede hacer una salsa de chile habanero de Yucatán y esto sólo se logra cuando tienes un espacio como la Central de Abasto”, enfatizó Palacios Trejo.

Otra forma de vivir la cultura dentro de la CEDA, es visitando los murales que recubren todo el recinto. Central de Muros, es el nombre del proyecto que puso el trabajo de artistas de México, Japón, Colombia, España, Venezuela y otros países, sobre las paredes del mercado. Ante este panorama, queda en claro que visitar la central ya no es sólo para “hacer el mandado”, caminar por los pasillos de este lugar es vivir una experiencia única que empapa a los visitantes de arte.

Lo que queda después de visitar la Central de Abasto es reflexionar sobre el papel de los trabajadores. “En la Central te relacionas con la gente que siembra, la que cosecha, la que transporta, la que llega al mercado y tiende su puesto para vender sus productos.

Cuando te sumerges en este mundo te das cuenta todo el trabajo que implica, por eso hay que agradecer al campo y a los productores mexicanos, porque gracias a ellos tenemos la posibilidad de comer ¡Ver todo lo que sucede aquí es una experiencia que te da mucha sensibilidad!”, concluyó Palacios Trejo.  ¡La Central de Abasto es México vivo!

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