Hace unos días salió una nota que me llamó la atención por completo, el encabezado era “Subsisten hoteles a pesar de baja demanda y mayor competencia” y la fotografía del exterior de un hotel que luce como sacado de una película de los cincuentas.
En la nota, se hizo mención del incremento de la oferta hotelera en el destino, la baja ocupación en todo el año exceptuando el evento cumbre de la ciudad y la falta de eventos turísticos que pudieran tener la ocupación en números positivos.
Lamentablemente, cada hotelero debe de poner de su parte y no lo quiere hacer.
Sin ánimos de nombrar a alguno en especial, de ningún destino, pero me parece inquietante que quieran que “por arte de magia” un hotel se llene.
He de confesarles, que me han respondido muchos hoteleros que el lugar “solo se llena, sin publicidad”, desconociendo el trabajo que hace el destino en temas de promoción.
También hay el hotelero que dice “no tengo dinero para renovarlo” sin conocer los programas de financiamiento que hay para ello y que el Secretario de Turismo, Enrique de La Madrid ha promovido, no con ganas de que se endeuden, con el objetivo en que mejoren.
Y hay algunos más, que se siguen viendo como el hotelito del pueblo y pues si a la gente le parece, pues es lo que hay.
Si, están en lo cierto en nombrar que las atracciones de un destino ayudan a la ocupación hotelera; están en lo cierto que no solo del turismo de reuniones se pueden mantener los hoteles a una capacidad que los ayude a sanar sus finanzas, pero, también hay que tomar en cuenta que hay que renovarse.
Si usted no hace alianzas con touroperadores, si los descuentos a grupos y empresas no existen en su tabulador, si no quiere entrar a plataformas de reservas en línea, si no quiere colaborar con su dirección de turismo correspondiente, si no quiere agremiarse a la Asociación que le toca y si no quiere publicidad ni en intercambio, no hay manera de que la situación cambie.
Hacer cosas distintas, para obtener resultados distintos.
Aun hay hoteles en los que me he hospedado con televisión (no pantalla), dónde el teléfono no lo responde recepción ni por equivocación. He tenido experiencias en hoteles donde pedir WiFi es lo mismo que pedir champagne a la habitación.
Hay muchos huecos en el servicio que ofertan, en la capacitación que brindan a sus empleados sin olvidar, las herramientas de las que somos esclavos algunos, como el internet, varias entradas de luz en la habitación (ya pedir entradas trifásicas lo dejaremos para otra ocasión) y un sin fin de detalles que hacen que la estadía cuente.
Queridos hoteleros, los viajeros amamos llegar a un lugar donde, aunque pasemos una noche, nos queremos sentir cómodos, no que nos reciban con una mala cara, que nunca llegue la frazada extra o que el check in tarde una eternidad.
Renuévense por favor, es el primer paso.