En muchas partes del mundo es bien sabido que la comida mexicana es un ícono delicioso, pero pocos saben, que el postre tradicional tapatío es la jericalla.
Esta prima de la crème brûlée y el flan, surgió en el Hospicio Cabañas, en Guadalajara, Jalisco, en el siglo XVIII.
Nació con la misión de las monjas de brindar un postre nutritivo y de sabor llamativo para los niños huérfanos que cuidaban.
La jericalla se elabora con leche, canela, azúcar, huevo y vainilla. Al hornear la mezcla notaron una capa dorada con toques tostados que aporta un sabor muy particular, parecido a la natilla española, pero de consistencia ligera.
Aunque el flan, la natilla y la crème brûlée comparten ingredientes, el modo de preparación es distinta, por lo que te contaremos las diferencias para que puedas identificar la auténtica jericalla.
Por otro lado, el flan es un postre muy popular tanto en México como en el mundo y se conoce que eran consumidos tanto dulces como salados desde la Edad Media. Tras la conquista, esta preparación llegó a México y, aunque actualmente hay un sinfín de variedades, la receta base se elabora mezclando leche, huevo, azúcar y vainilla, y está bañado con caramelo líquido.
La crème brûlée es un clásico de la repostería francesa que consiste en una crema dulce suave, cuya superficie tiene una fina capa de caramelo crujiente.
A diferencia del flan, la jericalla utiliza sólo las yemas de huevo y canela en su preparación. Se pone a hervir leche con canela y la vainilla; se baten las yemas con azúcar y al final, se combina con la leche infusionada, para luego colar y hornear a baño María.
La textura se parece al flan, pero es mucho más ligera y untuosa. Se presenta en el mismo recipiente en el que se hornea, para respetar y mostrar la costra, que tiene una consistencia más sólida y añade profundidad al sabor con ese toque de leche quemada.