El turismo de naturaleza es de lo top post pandemia y qué mejor que disfrutar de una de las joyas de Baja California, La Rumorosa, un lugar perfecto para aventureros.
La Rumorosa es un santuario de rocas graníticas que forman caprichosos conjuntos entre montañas y curvas, un paisaje totalmente distinto a lo que pueda encontrarse en cualquier parte del país.
El lugar es especial, ya que podrás observar el desplazamiento vertical de la falla de la Sierra de Juárez, en donde se puede admirar desde las alturas el adelgazamiento de la corteza, fenómeno que inició hace aproximadamente 15 millones de años, y que desciende 500 metros desde Tecate hasta las planicies de la Laguna Salada en Mexicali.
¿Qué hacer?
Te aseguramos que el estremecedor paisaje rocoso no es lo único que encontrarás en la Rumorosa, ya que al llegar a esta zona verás una carretera de ensueño que ofrece un recorrido para aficionados a manejar por sus curvas perfectamente trazadas y sus vistas al horizonte que serán de otro mundo. Al bajar de tu auto inicia la experiencia sonora que sólo puede ocurrir en La Rumorosa, llamada así por el peculiar sonido del viento que pasa entre las formaciones rocosas.
Una de las actividades recomendadas en el hiking, una ruta que deberás hacer de preferencia con guía certificado para tener una más segura y mejor experiencia en estos espacios abiertos segmentados en cuatro rutas señalizadas que son: Salón Ejidal, La Ventana, El Borrego y De Lanos. Caminar entre pinos piñoneros, flora semidesértica, vegetación matorral y costero, veredas ocultas entre el follaje de las manzanitas, hasta llegar a la parte más alta del Monte Chaparral, para gozar de una de las panorámicas más impresionantes de toda Baja California.
A 1300 metros de altura entre la cálida vista encontrarás la zona arqueológica El Vallecito, un recorrido por la zona ceremonial de los antiguos pobladores kumiai y punto arqueológico más importante al norte de Baja California, que concentra pinturas rupestres ancestrales, caracterizadas por presentar figuras geométricas, humanas, animales y soles esquematizados elaborados con pigmentos naturales, conocidas por su estilo “Diegueño Representacional”.
El circuito integra un sendero de 2 km que se recorre en 2 horas para finalizar apreciando pinturas como El Tiburón, El Hombre Enraizado, la Cueva del Indio, los Solecitos y la más importante “El Diablito”, una pintura que simboliza el solsticio de invierno. Además, el sitio cuenta con una zona para acampar y disfrutar de enigmáticas noches de estrellas.
Otro de sus imperdibles es conocer uno de sus fantásticos miradores entre los que se encuentra la Casa de Piedra, una indescriptible construcción integrada en la roca y un mirador de madera con magníficas panorámicas sobre el paisaje de piedras ocres, increíble para tomar un refrigerio y tomar las mejores fotos de tu experiencia.