Colocar a la ciudad de León en el mapa gastronómico serio, fuera de las botanas, no ha sido una tarea sencilla. Retroceder un par de casillas por errores en el evento cumbre, fue más fácil de lo que pensé.
“León con Sabor en la Piel” fue un evento, en el marco de la Cumbre Internacional de la Gastronomía que cada año organiza SECTUR Guanajuato, el principal objetivo es resaltar los avances en temas gastronómicos que involucran políticas públicas a favor del turismo de ese rubro.
Regresando al evento de la ciudad zapatera, la cena del 2018, que ofreció CANIRAC León, ha sido una parcial desilusión.
Y menciono “parcial” porque no estuvo todo perdido.
Los aciertos
- Centro de Ciencias Explora.
- Si se pretende un evento de la ciudad, qué mejor que realizarlo en un recinto ícono.
- La inclusión de la cocktelería con insumos locales
- El tema de “León no tiene nada que ofrecer” en tópicos gastronómicos ha quedado atrás, o por lo menos está en el camino de que suceda.
- La elección del menú y sus protagonistas
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- Que arrancara con una sopa tradicional otomí fue algo increíble, regresar a la milpa de esa forma fue delicioso. La sopa de olote de Consuelito Venancio, una de las Cocineras Tradicionales del Estado fue darle su lugar a la gastronomía de antaño en un evento tan importante.
El “Renacer mi amor por el maíz” fue delicioso, supe de personas que quisieron repetir platillo; el Chef Jacobo Duarte llevó su creación hasta los paladares que no han visitado su restaurante sede. La cobertura con huitlacoche y el relleno fueron un perfecto. Definitivo, no se puede comer sólo uno.
“La milpa” el postre del Chef David Quevedo fue un remate delicioso. Tal y como lo explicó, todas las partes de la milpa estaban en el platillo. Palomitas, granos de elote, helado y los acentos de queso y fresa fueron algo gratificante.
Las áreas de oportunidad
- El pésimo servicio de barra
- Fue exageradamente notorio que el evento, en tema de servicio, parecía el examen final de una escuela de gastronomía y logística de eventos. El cocktel de bienvenida fue un acierto, estuvo apreciable en sabor, aunque no estoy de acuerdo en que sacrificaran sabor por el tema de insumos.
Fuimos avanzando hacia la mesa y el servicio de meseros fue rescatable, el problema fue al pedir cualquier bebida.
En años posteriores, había una carta de cockteles temáticos a la cena, más las bebidas de stock como ron, whisky, tequila o vodka.
En este 2018, sólo alcancé a probar dos cockteles de la carta, pues decidieron cancelar el servicio de mixología (con costo, por supuesto) en el momento. La excusa fue que no tenían gente en barra suficiente para atender a todos.
Pedimos refrescos y un ron, el más popular de todo México y la sorpresa fue que al pagar, debía de ser en el instante, no podían abrir cuenta por “no tener sistema” y tuve que hacer fila para pagar con tarjeta.
¡Ah! Y no había de ese ron, no había Coca Cola y la cajera tuvo la actitud de culpar a todos (incluyéndome) por no tener sistema ni tener la astucia de manejar meseros.
Quizá era muy difícil resolver el tema de las cuentas a papel y pluma, como en los viejos tiempos, además de pedir un trato cliente-prestador de servicios, por lo menos educado.
Los responsables de la barra fueron “Rufina Mezcalería”; desconozco si el ambiente del lugar es relajado e irresponsable en su trato hacia el cliente, pero debieron adaptarse al lugar y a la circunstancia.
Después de esta experiencia, eliminó mi curiosidad por conocer el lugar.
- El menú
Sólo fueron tres tiempos. Una cena de sólo tres tiempos. Nosotros fuimos invitados como medio de comunicación a cubrir el evento, pero ¿una cena a 3 tiempos de más de 500 pesos por cubierto y bebidas cobradas en lo individual?, me sonaría más justo si no hubieran tenido apoyos económicos y en especie los organizadores, de instancias gubernamentales.
En años anteriores, hubo hasta de 4 y 5 tiempos, por el mismo costo. ¿Qué fue lo que sucedió?
Respecto al tamaño de las porciones, es lo que usualmente se sirve en una cena de ese estilo, lo que falló, fue el número de platillos.
- El sonido
El intérprete de la noche fue un gran acierto, arreglar los problemas de audio cuando la cena ya había comenzado fue lo más desagradable que pudo suceder.
En conclusión:
“León con sabor en la piel” es una cena que emocionaba, que era esperada por muchos; era la oportunidad de mostrar a todos los escépticos que León es más que la ciudad de la piel y del calzado, que si hay eventos de calidad y alimentos que disfrutar. El lugar perfecto para presumirle a la prensa española y de medios nacionales (en este caso) qué es lo que se está haciendo en la ciudad. Y hablo en pasado porque este 2018 nos dejó a muchos, mucho que desear.
Más que motivados a presumir, estábamos motivados por ocultarlo.
Sin dejar de mencionar, que ha sido la única cena a la que las autoridades gubernamentales de gran talla estatal asisten, fue una pena que participaran en la más precaria, desde su creación.
Los discursos largos y malamente leídos tampoco faltaron. Un desacierto para el evento.
Esperamos que “León con sabor en la piel” retome el rumbo que llevaba, pues prometía que daría el salto este año a ser un evento de gran talla, no una cena ensayo de ciudad provincial.