Para comer huevo, en mi casa

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Cada que planeo un almuerzo con amistades, las propuestas se ponen a votación y la pregunta obligada es si hay propuestas deliciosas, porque si el menú solo oferta blanquillos en diferentes presentaciones, mejor desayunamos cada uno en casa.

Y la frase que siempre sale a la charla es: “Porque para comer huevo, en mi casa”.

No es que no tenga magia hacer un huevo, claro que lo tiene, pero entre la postpandemia donde muchos aprendimos o mejoramos nuestras técnicas de cocina y los costos de cualquier insumo por los cielos, la experiencia fuera del hogar exige experiencias diferentes a lo cotidiano.

Salir a comer, sea cual sea el tiempo, exige en estos tiempos que la experiencia sea de calidad.

Lamentablemente, pocos establecimientos se han tomado en serio la misión de brindar una experiencia inolvidable.

En el transcurso del 2024, me encontré con banquetes que sirvieron el mismo platillo, hasta por seis ocasiones, con los mismos defectos: verduras congeladas, gravy de sobrecito y la pechuga de pollo seca.

Me encontré con otro banquetero, que en varias ocasiones ofertó (y le fue comprado) un platillo con una exclusiva salsa de frambuesas con chipotle, la misma que ofertan en el Costco.

Y ni que decir de aquellos que compran alimentos precocidos, tanto en Costco como en Sams para solo calentarlos y servirlos como especialidad de la casa.

No es pecado comer precocidos ni venderlos, el pecado es que lo vendan como especialidad de la casa a costos de producción desde cero.

Este mal se ha contagiado a restauranteros, cocineros y hasta changarritos donde antes comías delicias y ahora, ya no.

Queridos empresarios del rubro alimenticio, si sabemos quiénes son fan de estas prácticas.

Cuando salimos a comer, buscamos por lo menos una experiencia satisfactoria, ya sea buen servicio, calidad en los alimentos, originalidad en las preparaciones y por supuesto, higiene.

Y ni siquiera estamos hablando de restaurantes con una decoración monárquica o de cadena.

Los ejemplos

En León, hay unas tortas salmonadas que, según percibo, la misma cafetería prepara el salmón. Las sillas son de plástico, ya les adelanté que es una cafetería y se encuentra en una gasolinera. Las tortas son un deleite.

Encontré unas quesadillas en la esquina de la calle Progreso, muy cerca de la Calzada de los Héroes, donde la señora prepara el chorizo en salsa de una manera excepcional; las quesadillas son al comal y carbón, toque que le da un sabor único. Ahí ni siquiera hay donde te sientes, pero el sabor de los guisados lo vale.

Al contrario de un restaurante de antaño, que fue un gran punto de reuniones y que ahora ofrece postres congelados como propios; hasta hay una leyenda en el menú donde mencionan que es especialidad del chef.

Fui a cenar a un lugar que se vende como especialidad en cocina italiana; la pasta estaba sobre cocida, el plato fuerte lo sirvieron de inmediato y no lo pusieron bajo la salamandra cuando lo regresé, así que llegó frío. Para cerrar con broche de malhumor, el tiramisú fue una calamidad y el mesero siempre estuvo ausente.

La oportunidad a los nuevos proyectos también la he dado. Nunca olvidaré un lugar de Guanajuato Capital que, si bien esta ciudad no se caracteriza por la hospitalidad, la experiencia en esta terraza fue de “debut y despedida”.

El mesero que le tocó nuestra mesa, tardó hora y media en llevarnos la cuenta, me levanté para pagar en la caja después de que nadie aparecía para cobrarnos y el ciudadano en cuestión nos gritó que mejor no regresáramos, pues trabajaba por diversión.

Claro que le tomamos la palabra y no hemos regresado.

Tampoco valen por mucho los grandes restaurantes, con una cocina fantástica y con un servicio al cliente que te hacen recordar los días malos en la escuela.

Sugerencia

Si usted que lee estas líneas y administra, trabaja o es propietario de un espacio gastronómico, me atrevo a sugerirle que la excelencia en el servicio y la calidad de los alimentos cuentan más que unas lámparas hermosas o unas sillas carísimas.

Para malas caras, en mi casa.

Para comida congelada, en mi casa.

Para comer huevo, en mi casa.

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