San Pedro de Jesús Maldonado y la primer peregrinación en su honor

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San Pedro de Jesús Maldonado, el primer santo de Chihuahua, tuvo la primer peregrinación en su honor.  Fueron cerca de 150 personas que participaron en el recorrido del Camino de Maldonado.

El Camino de Maldonado contempló un recorrido de 60 kilómetros que conecta a Chihuahua y Santa Isabel, siguiendo las huellas del mártir de Chihuahua.

La peregrinación fue organizada por la Secretaría de Turismo y la Arquidiócesis de Chihuahua, y contribuyó al fortalecimiento de la economía regional, al generar oportunidades para las comunidades a lo largo de la ruta.

El recorrido fue de tres días y comenzó en el Santuario de San Pedro de Jesús Maldonado, cerca de la Presa Chuvíscar, donde peregrinos, familiares y seguidores del santo chihuahuense se reunieron para iniciar el trayecto.

El primer tramo, de 28 kilómetros, llevó a los participantes hasta la comunidad de El Charco, donde 87 personas pasaron la noche, hospedadas por residentes del lugar. La segunda parte consistió en 18 kilómetros desde El Charco a Rancho Peña, en el municipio de Santa Isabel, con la participación de 104 peregrinos.

La última etapa permitió a las y los participantes completar el recorrido hasta la Capilla de Maldonado, en Boquilla del Río, donde se contabilizó la llegada de 122 feligreses, con un total de 77 caminantes que realizaron el trayecto en su totalidad.

Sobre San Pedro de Jesús Maldonado

Nació en la ciudad de Chihuahua, el 15 de junio de 1892.

Fue un sacerdote enamorado de Jesús Sacramentado y un continuo adorador y fundador de muchos turnos de adoración nocturna entre los feligreses a él confiados.

El 10 de febrero de 1937, miércoles de ceniza, celebró la Eucaristía, impartió la ceniza y se dedicó a confesar. De pronto se presentó un grupo de hombres armados para apresarlo.

El Padre Pedro tomó un relicario con hostias consagradas y siguió a sus perseguidores. Al llegar a la presidencia municipal, políticos y policías le insultaron y le golpearon.

Un pistoletazo dado en la frente le fracturó el cráneo y le hizo saltar el ojo izquierdo. El sacerdote bañado en sangre, cayó casi inconsciente; el relicario se abrió y se cayeron las hostias.

Uno de los verdugos las recogió y con cinismo se las dio al sacerdote diciéndole: «Cómete esto». Por manos de su verdugo se cumplió su anhelo de recibir a Jesús Sacramentado antes de morir.

En estado agónico fue trasladado a un hospital público de Chihuahua y al día siguiente, 11 de febrero de 1937, aniversario de su ordenación sacerdotal, consumió su glorioso sacrificio el sacerdote mártir.

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