La euforia de beber vino de mesa, la sed por conocer etiquetas, renovar a sus expositores entre otros factores de éxito, han llevado a Tinto Bajío convertirse en un ícono de la ciudad zapatera.
Albergado en los Jardines del Hotel Hotsson, Tinto Bajío en su cuarta edición reunió etiquetas nacionales y extranjeras, dando preferencia al talento mexicano.
Cambiando la sorpresa gastronómica este año, Sabina Bandera “ La Guerrerense” llegó a ponerle el toque de mar que necesitábamos; gastronomía de altura para experimentar con vinos nacionales.
Tostadas de erizo con almeja, ceviche de bacalao con pulpo, ceviche de pescado con caracol, paté de pescado con callo de hacha y la clásica “campechana” fueron las especialidades que se sirvieron; entre ellas, la ganadora del concurso de World Street Food Congress en Singapur.
Continuando con el festín gastronómico, la paella y el arroz negro corrieron a cargo del Chef residente Felipe Gómez; se lució con “cerdos a la griega”, unos cerditos asados lentamente para conservar el jugo en la carne y que maridara perfecto con algún vino de elección ¡todo estuvo delicioso!.
En cuanto a etiquetas, encontramos algunas que nos encantaron como “Retorno”, “Gran Ricardo”, “Tierra Adentro” y “Andanza” de Shedeh.
¿Qué le cambiaríamos al evento? Nos encantaría que ampliaran la sección de sillas y mesas, pues a la hora de comer es un poco complicado encontrar lugar.
Ir a Tinto Bajío es tomarte el tiempo de conocer etiquetas fuera de lo comercial, con excelentes productores y bodegas, además de disfrutar de especialidades gastronómicas. Es pasarla bien, acompañado de un gran vino de tu elección y deliciosa comida.