Visitar San Miguel de Allende y no conocer su arquitectura ni gastronomía debería ser considerado como pecado, pues mexicano y extranjero amante del turismo debe, por lo menos disfrutar de ese agasajo visual y digestivo que ofrece esta ciudad.
Entre sus tradiciones culinarias, existe una muy peculiar, la cual data de cinco generaciones atrás y permanece gracias al empeño y creatividad de Isabel Ayala, dueña de la ‘Casa del Tumbagón’, dulce surgido de la receta de la abuela que consta de la mezcla de trigo, naranja, anís y el toque familiar.
La masa resultante se expande y se le da forma de anillo para posteriormente dorar uno por uno y finalmente espolvorearlo con azúcar glas y canela.
Tumbagón proviene de la palabra ‘tumbaga’ que hace referencia al anillo que se entrega a los frailes cuando se ordenan y simboliza paz, amor y sobre todo fidelidad a Dios. La leyenda cuenta que para poder comer un tumbagón, éste debe ser cogido por el dedo meñique y morderlo por la mitad.
De acuerdo a la leyenda original lo blanco que cae es la pureza que la persona tiene en el corazón, sin embargo si al morderlo el tumbagón se rompe y cae significa que la persona es infiel.
Aunque existe la controversia de si se trata de una infidelidad de pareja se opta por explicar que la falta de fidelidad es hacia uno mismo, tal y como pasaría con un fraile; esta explicación seguro se da para evitar que una relación termine a causa de un delicioso dulce.
Algo que llama la atención es que esta delicia se ofrece principalmente en bautizos, primeras comuniones y bodas, ceremonias en las que de acuerdo a la religión católica se ofrece un compromiso por parte de la persona.
Actualmente el tumbagón se puede encontrar en sabores como fresa, chocolate, vainilla y el tradicional y si gustas elaborar el propio, degustarlo y saber qué tan fiel eres o te es tu pareja puedes visitar la ‘Casa del Tumbagón’ que se ubica en la calle Correo #48 en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Y tú… ¿eres fiel?, el tumbagón te podría dar la respuesta.