Coronavirus: el depurador de AirBnB en Europa

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Es conocimiento de todos, que  el Coronavirus cambió el mundo que conocimos y la industria de la hospitalidad no ha sido la excepción; Airbnb ha perdido presencia en Europa.

Después de muchos esfuerzos y legislaciones en todo el mundo, AirBnB ha comenzado a disminuir su presencia en destinos europeos.

Por ejemplo, Lisboa, que comenzaba a despegar como un gran destino turístico en la última década y a su vez, el numero de Airbnb en esa ciudad se disparó a la par, obligaba en consecuencia, el incremento de los costos de vivienda, por lo que los residentes tenía que vivir en las orillas de la ciudad.

Al comienzo del 2020, un gran número de barrios acogían más de un tercio de viviendas de corta duración; en la parte más afectada de la ciudad, alrededor del 55 por ciento de las unidades residenciales se habían convertido en hostales y hoteles improvisados.

Y después, llegó el virus; los turistas dejaron de reservar y Lisboa está aprovechando la situación para regresar algunos inmuebles como alquiler de vivienda a largo plazo, un proceso similar que esta haciendo España.

El gobierno de la ciudad está alquilando algunos departamentos vacíos, a los dueños de las propiedades, para rentarlos a trabajadores y estudiantes portugueses, con un porcentaje de subsidio.

Lisboa podría sacar hasta dos mil viviendas del mercado a corto plazo, pero es solo el principio.

La prioridad será para trabajadores esenciales, no sólo para luchar contra una pandemia, será para mantener Lisboa como un lugar para vivir, trabajar y criar a las familias.

Por otro lado, Irlanda aprobó en el 2019 una nueva legislación que regula específicamente los alquileres al estilo de Airbnb.

A pesar de la imposición de algunas multas elevadas, la ley fue aplicada muy débilmente.

Después del colapso de la industria turística por el Covid-19, pareciera que muchos propietarios han decidido mantenerse dentro de la ley, tal y como lo explica Ronan Lyons, economista del Trinity College de Dublín.

Lyons observó un gran aumento en 2020, en cuanto al número de propiedades que entraban en el mercado de alquileres a largo plazo, hasta un 64% en algunos barrios de la capital.

“Sospecho que gran parte de la prisa por pasar de los alquileres a corto plazo a los de largo plazo en Dublín puede explicarse por el COVID-19, que de alguna forma ha conseguido que se aplique la normativa aprobada el año pasado”, dijo.

Al igual que en Lisboa, las rentas en Dublín se dispararon más del doble de 2011 a 2019, y no sólo por el aumento de la demanda, sino por un límite en la oferta tradicional: “en ese mismo período, efectivamente, no se construyeron nuevas viviendas de alquiler ni hoteles”, explica Lyons.

En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha prometido un referéndum sobre el futuro de las propiedades de alquiler a corto plazo en la capital francesa. “Hay alrededor de 30.000 alquileres del estilo de Airbnb en París: la tarea es recuperarlos para la ciudad”, asegura Hidalgo.

En España y desde 2016, es legal que las ciudades de Cataluña se hagan cargo de las propiedades que no han tenido inquilinos durante más de dos años.

La ley tenía como objetivo poner en el mercado viviendas asequibles, no combatir los alquileres de tipo Airbnb, y en realidad ha sido utilizada en pocas ocasiones.

Pero en julio, la ciudad de Barcelona informó a los propietarios de 194 apartamentos que era mejor que encontraran pronto inquilinos; si no, el gobierno podría hacerse cargo de ellos y convertirlos en viviendas asequibles.

No se trata del efecto del turismo en sí, sino de una acción gubernamental agresiva que deja claro a todo el mercado inmobiliario que Cataluña quiere más propiedades ocupadas por residentes locales.

En Roma, un grupo de activistas e investigadores de la Universidad Guido Carlo de la LUISS está tratando de promover el “modelo Barcelona” como parte de un enfoque múltiple para hacer de las ciudades italianas lugares más democráticos e inclusivos.

 

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