Historia de vida y comida Vol. 2: la cocina de Guanajuato

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El Mesón de San Antonio albergó por segunda ocasión el festín que cierra la Cumbre Gastronómica “Guanajuato Si Sabe!” : Historia de vida y comida. En esta edición reunió a talento del estado para sorprendernos con algunos platillos.

El evento se llevaba a cabo en la subterránea, una de las venas viales de Guanajuato Capital, pero por cuestiones de mejora (y por completo) se cambió al Mesón de San Antonio, ubicado en la calle Alonso.

Hubo desde lo más sencillo y lleno de sabor, hasta lo más elaborado sin dejar de sorprendernos.

Chalupa rellena de escamoles y perla de frijol negro fue uno de los platillos con lo que comencé. Las chalupitas son un ícono del cuévano, que aunque callejeramente se les encuentre con repollo y salsa, esta versión fue muy acertada.

La espada de cerdo con salsa de garambullo fue una de las improvisaciones de La Trattoria, guardando el sabor y jugo del cerdo como protagonista, combinado en su justo balance con el garambullo, frutilla de las cactáceas guanajuatenses y adoptada como ingrediente estelar de la región.

La segunda propuesta de La Trattoria y que me encantó fue la ensalada César envidia de camarón y tapa de provolone ahumado. Simple, sencillo, pero con mucho sabor! Justo para abrir boca y continuar con las estrellas de la noche.

El ceviche de atún y caracol y las tostaditas azules de chamorro de cerdo fueron como un poema de 3 renglones: todo iba bien hasta que te diste cuenta que había terminado y te quedaste esperando más. La propuesta fue del Hotel Villa María Cristina.

Tachihuil con ceniza de chile simoril y un shot de tascalate y mezcal tuvo tanta aceptación que sólo alcanzamos la foto! El platillo fue del estado invitado de Chiapas y en apreciación, lucía magnífico.

Cuauhtémoc Herrera preparó lo que mejor sabe: un ceviche verde. En esta ocasión, el ceviche fue de camarón con tropiezos de atún y patita de cerdo, lo que le agregó el toque diferente al masticar cada bocado.

El postre jamás me lo hubiera imaginado, “pastel de elote con helado de lima” y el crocante de caramelo fue el cierre que merecía la noche. ¡Delicioso!

Los favoritos

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Teniendo a la mano el criadero de conejos cerca, el Chef Antonio Castañón corrió hasta Irapuato para ir por estos animalitos de cola esponjada y convertirlos en algo que varios nos encanta: la barbacoa. El la llamó “conejo-coa” y además de ser una de las favoritas de los asistentes, nos incluimos en la lista de fans del platillo.

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El detalle siempre cuenta y la conejo-coa lo demostró; la tortilla era mix de maíz azul y blanco, la barbacoa con papitas cambray y la cebolla morada desflemada más la salsa que le acompañó fue uno de los platillos que nos cautivó.

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Quien ya se apropió como embajador de los ahumadores y parrillas en el bajío presentó una tostada que bien pudimos repetir, pero lamentablemente, se terminó muy temprano. Juan Emilio Villaseñor brilló con una tostada de tocino ahumado y cebollas encurtidas, digna de una tarde de domingo relajado – en nuestra mente brilló una tarde dominguera soleada con cerveza artesanal y estas tostadas- .

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Si mencionamos “mole” nos complementa el platillo una pieza de pollo, pero el Chef David Quevedo presentó un mole de la región de Caminos Divinos, el mole de Sangre de Cristo con camarón capeado. El mole estuvo sensacional, con su toque silvestre (como buen mole). A pesar de tener un nombre largo y rimbombante, el sumergir el camarón capeado en el mole, fue de las mejores experiencias gastronómicas en la noche.

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Todo estuvo delicioso, todos tuvieron sus favoritos, nosotros les mencionamos los tres más sonados por los asistentes, además de la experiencia propia con cada uno.

Este evento fue orquestado por Ricardo Herbert, quien nos tiene acostumbrados a sorprendernos en la Terraza Trattoria o en Trattoria de Elena, pero en Mesón de San Antonio, tuvo a bien, de elegir a algunos de los mejores exponentes de Guanajuato.

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