Rivera, Orozco y Siqueiros reunidos en El negro sol de la melancolía

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De los muralistas mexicanos hasta nuestros días, son algunas de las obras que encontrarás en El negro sol de la melancolía, exposición que estará del 28 de mayo hasta el 24 de octubre en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato.

El MAHG y el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) fueron los encargados de la inauguración de dicha exposición; bajo la curaduría del poeta Luis Felipe Fabre y Mauricio Marcin, curador en jefe del MACG.

La propuesta curatorial reúne una selección de 102 obras de artistas como José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Gunther Gerzso, Maurycy Gomulicki, Perla Krauze, Alejandro Montoya, Luis Nishizawa, Boris Viskin, Beatriz Zamora y del propio Alvar Carrillo Gil.

Para el MAHG, la muestra integra los dos momentos de la exhibición en una sola muestra que se presenta en la Sala Luis García Guerrero y el patio interior del recinto.

La exposición forma parte de una línea curatorial sobre la colección permanente del MACG, que contempla la invitación anual a un especialista proveniente de diversas disciplinas —poesía, cine, teatro, arquitectura, música— a realizar lecturas de la colección que el MACG custodia, «con el ánimo de ofrecer insólitas, atípicas y fecundas aproximaciones a su acervo», explica Mauricio Marcin, curador en jefe del recinto.

Las revisiones presentarán el extraordinario acervo conformado por el Dr. Alvar Carrillo Gil desde diferentes puntos de vista que permitan un diálogo con problemáticas históricas y actuales, ya sea vinculándolo con obras de artistas contemporáneos que forman parte de la colección del recinto reunida a lo largo de sus casi cinco décadas de existencia, o bien, con discursos inherentes a nuestra convulsa realidad.

El negro sol de la melancolía toma su nombre de un fragmento del poema El desdichado del

escritor francés Gérard de Nerval:

Yo soy el viudo, el tenebroso, el sin consuelo,

el príncipe de Aquitania, el de la Torre Abolida.

Mi única estrella ha muerto,

y en mi laúd constelado

brilla el negro sol de la Melancolía.

Las piezas rebasan su autonomía y dejan «de obedecer a la intención del autor y de referir a las problemáticas sobre las cuales quiso versar, sin dejar de remitir a su origen», según Marcin, quien señala: «La exposición no procura ofrecer una lectura disciplinaria de los objetos artísticos ni propone meramente una temática: desea provocar una sensación y un estado anímico; des objetivar las obras para que en su presencia devenga la imagen de una falta: construir una máquina de hacer fantasmas».

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